¡Imposible!
¡Demasiado hacía ya que no me besaban!
O no tan sutil ni suavemente
como la brisa austral y azul.
Sorprendido...
me quedé cegado por mis lágrimas
que de alegría salían a recibir
el frío de ilusión provocador.
Tristemente...
hoy y ahora suelo aún
soñar con tu sonido rompedor
de mares y males; también traición...
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