15 de julio de 2019

Hidody o Taifu

Hidody se oculta en su capa
de temores verde profundo y
mil trazas de galleta rancia.

Su ilusión de alturas mágicas
no cede. Tropiezan tan tímidos,
pasitos cautos de ocho patas:

la electricidad enterrada
por erradas de naturaleza
práctica; falta de experiencia.

El miedo atenaza su vida
siempre al evitar quemaduras
y el cansancio de tantas fallas.

Mas no hay Taifus regios sin calma
de haber atravesado muros
altos cual luna de cristal.

Y el manto de jirones agita
un orgullo de resiliencia
forjado en fragor de batalla.

Sólo al seguir cuando todo falla,
sólo entonces se evoluciona:
ineficaces las técnicas

que no modulen la estrategia
o pequen de ser sólo tóxicas.
Libre es quien prosigue y avanza.

25 de junio de 2019

Predecible

Latidos de atroz auspicio
sentencian cadenas de tiempo,
en el abrazo de olas hirvientes
y luces entre sosiego.

No siempre reconozco
mi inevitable puesta en escena.
Una tonada tañe seria, llamadas
llenas de penas en venta.

Velada mi frustración
al verte. No mudé mi esqueleto,
sino que mi espiral desciende
por un negro agujero.

11 de abril de 2019

Debilidad

Nubes perlas que no gotean
sobre la brisa de primavera
fría y triste silencio.

En mi psicológica condena
lastres indelebles y cadenas
cubren mi oscuridad.

Expando siempre el carmesí
telón bajo medido pretexto
y mi antifaz modera

visiones falsas de mí mismo;
bambalinas que juegan a
olvidar mi paciencia.

2 de abril de 2019

Lluvia ligera

Hacía tiempo que no llovía;
gotea la barandilla sobre sí misma
entre tañidos metálicos.

Un rayo irradia luz sorprendida
por un trueno pasajero
de la brisa fría y esmeralda.

El cielo es un mural de algodón
azul-plata. Bajo éste las charcas
juegan a ser luceros u opacas.

Discurren rumores neumáticos
y las banderas taciturnas
quedan en silencio, apelmazadas.

Tras tanto hacerse de rogar
la acera y el asfalto mojados
se ponen al caer el ocaso.

31 de marzo de 2019

Ritual de hombres-bestia

Desconocen lo que hay más allá de la nada:
angustia basal que cala; perenne asfixia.
Lo que implica hundirse en la propia vida...

Tu y yo cubrimos de miedos el pavor silente,
de rabia el odio primigenio y con vergüenza
un orgullo base que nadie entiende.

Que la debilidad más tremenda sea la fuerza
necesaria, frente al congelamiento
y ante la ineludible mente fragmentada.

Préstame tu precisión calculadora y
yo te prestaré mi visión más desbocada.
Forjaremos planes muy grandilocuentes.

Déjame respetar tu ser más oculto mientras
permito la honra que ves en mi demencia:
trueque a las tantas entre hombres-bestia.

Con tinta de pantalla dibujamos formas
oníricas de un ritual trolero que busca
repintarnos de colores soberanos, y

quién sabe si la maldición es falible, mas
el tiempo solo no remedia; solamente
constriñe todavía más nuestras cadenas.

...

Puede que llueva.

29 de marzo de 2019

Más introspección

Atrapada, mi dicha infiel,
al son de la coyuntura;
mi desconocido ser sabe
de la autoestima que manca.

No hay paseos idílicos sin
gritos que parten el alma
tras bambalinas añejas y
mi autocondena impuesta.

Retuerzo mi suerte de fortuna
y la embadurno encarnizado
de la oscuridad más oscura
por siempre inconsciente.

Jamás logro aprehender la
pasión conductora. Olvido
ruidos que fueron música
limón, sandía o fresa.

Frutas, que hoy por hoy
resultan insípidas. O bien
extravié mi salero junto
a las demás especias.

Y es más seguro si no pica.
Huyo en definitiva. Huyo
hacia mi interior más alejado
de mis pesadillas rúbrica.

Y apenas llueve.

23 de marzo de 2019

Búho en la tormenta

Vertí cielo oscuro sobre mis nubes níveas
día sí día también, dubitativo,
nunca más cerca de algún designio digno.

Llorándole a mi acreciente y lastre estela
pedí consuelo al aire. Casi vacíos,
llenos ambos del eco del fin de mi juicio,

me fundí de lleno como al agua ceniza
sucia de nostalgia y migajas de osadía.
Tronaban campanadas de precoz muerte,

mas vino un búho en silencio de visita.
Traía un espejo envuelto en promesas límpidas.
Traía, también, un cambio de brisa leve.

11 de marzo de 2019

Tempestades

Evité sin quererme a mí mismo
tantos años que pasaron en balde,
y más allá de mi pena insumisa
nada nunca logré encarrilar.

Mi persona se desdibuja sola
frente a la realidad: me dura
no más que una efímera manía
y horas largas de autoanimosidad.

Transtornado por el viento aciago
de mi maldición; jamás hallo escape
de mí mismo. Lucho en la oscuridad
contra mi pesadilla más íntima.