12 de mayo de 2017

Dos estelas a través de Marrakech

Un río de plata radia,
desconsolado,
entre la brisa de Marrakech.

Mi carro de sentidos,
y en todas las direcciones,
quiebra. ¿Qué es lo correcto?

Te quiero, en el cielo
y en un instante de luz
que no volverá.

Gracias,
por todo lo efímero
y que jamás se olvida.

La noche atiende mansa
mi sigilosa ofrenda
de cariño. Y se esfuma.

El tuno frío susurra
recuerdos míos,
o tuyos, ya sin dueño.

Un río de plata radia,
descompasado,
entre la brisa de Marrakech.

Te guardo. Te atesoro.
Eres mi secreto para quién eres.
Quizás... Sólo quizás.

Espero. Meses. Espero
junto a los años dejados atrás.
Y todavía a veces te busco

sin querer, y sin querer
marcado por una herida
que se envuelve en polvo.

Así de raro es el tiempo
que desfigura,
mas también congela mi ser.

La melodía obstinada en mutar
me lleva de la mano mientras
se mantiene idéntica.

Titila sin cesar mi corazón
al son del pálpito estelar
e indiferente...