Lo que sería un vengador

No seré más que rumor y oscuridad
en cada vuelta de la esquina rota
quebrando tu aliento y contemplar
desnudo de mi floreciente rabia.

También el rayo abrasador y ansioso
al descarnar nuestra estrella la sombra
del olvido sin ganas de excusas
por sentirte un atisbo de círculo níveo.

Sudadera

Si me influiste en el color fue por algo.
No luzco en mi el llevar el viso casual
ni son poco vestigio de unas moradas
líneas LCD de franqueza instantánea.

Si en algo me influiste fue por el color
instalado en mi. La ruina firme; clara,
tan aquí bajo las notas del conjuro está,
anaranjada, dulce y ácida.

Y al hablar de mi relatas
como poco el alborear de mi llama;
como mucho no más que al menos

menos ceguera, más realidad inhumana.
También mareas de incertidumbre salada.
También amor y cariño a la dulce posada.

Aburrida no noche

Es al acostarse el cloroplasto
que acallo a un silencio mortal.
Se siente de cerca lo lejos;
crepitea un rumor inmortal.

Contraluz de las veinte pulgadas,
remitente del barroco amor genial,
de la brumosa diapositiva
refrescas un reiterado final.

Primeras explosiones

Hoy soy sólo invisibles rodadas y viejas.
Las huellas de tanque no marcadas
de NES pirateada y, ¡Tan ruidosos!:
su letanía es más que mera disonancia.
Es más, a un salmo de verdad lejana
me recuerdan estos simples desacordes
con la vida tan, casi siempre, complicada.

¿Hay o no hay?

No hay dolor en dolerse el dolorido duelo del dolor.
Ni hay amor en amarse el enamorado desamor de amar.
No hay tan sólo una sola soledad en este solitario solo.
Ni tampoco sueño soñoliento al soñar ensueños de sueño.

Y hay sueños;
dolor,
amor...
Y tan solo...
hay sueños;
dolor, amor:
ficticios sólo...

Será siempre el mejor atardecer

Soñando sueño con el rojizo edén,
no sé ya si por el sol adormilado
o más al ver tu cabellera arder.

Dulce y triste sobre el césped
reposando en ti mis ojos claros
de brillo adorador y emocionado
miraba humilde el implacable paso
del tiempo entre mi ser o no ser.

Recuerdo esos besos no dados.
Esa cara inconexa con labios de miel.
También la fricción invencible
de cuerpos y almas en un solo ser.

¿No estáis hartos? Yo sí. 

No comprendo el hecho de que todo siga así. 

Estoy cansado de ver cómo la gente no se rebela de una vez. 

¿Tienen miedo de revelarse y quedar marcados por una no-sociedad?

Yo lucharía. Vale más la muerte digna que una bocanada de aire pútrido más.

Barrancos de amor

Así se nos pasaron las horas de verano
despuntando en lo alto de cada barranco:
¡Que sí! ¡Que no! ¿Quién saltaría primero?
Me desvelo por sentir de nuevo el vacilar
tan dulce y amado, siempre llevándonos,
sin querer al querer revoltoso y apasionado.

Dinosaurios voladores

Y vuelven las uves negras sobre el cielo
a cortejar cada blanca nube corazón.
Y a veces se posan, temerosas de mí,
dando a cada paso más de un vuelco de razón.

Bustos y alitas emplumadas,
¡Qué por ellos no daría yo!
Ellos son espíritu de libertad y
genómica dureza en cada eón.

Futur amor al món emmerdat

¿Qué es mi vida sino infierno y estrellado cielo?
¿Qué si no? Si no está en calma ni se calma
la pasión y empeño sobre el charco reflector.

¿Qué es la vida en el momento inabarcable
de las mañanas tórridas y lamentadas?
Sube un grado, quizá dos,
por este viento airado
de mil llantos a la dos llorados.

Y es el suelo muerto en celo, no yo;
tierra que reza más que implora
la visión final del depravado yermo:
semillas de vigor conglomerado.

Y soy sin serlo -craso raro caso-
no más que uno más viviendo
bajo mi propio techo de suelo asfaltado.
Y nadie me asegura más mi propio piso
que el miedo anclado; grabado,
sobre el sólo nuestro rendido paso.

¿Qué es mi vida sino infierno y estrellado cielo?
Sufro el dolor de no veros
amarga pasión sin cara por el futuro velado
de noches sin pausa, ni tregua:
sólo un grito constante y contenido.

Amor desenfadado entre mis sueños enfangados,
sólo tú y tu risa de robarme el aire dudo claro.
Sólo tú y tu amor y el mío; el nuestro, son capaces
de romper a reír las ataduras de la tierra indignada.

No sigo siendo el ya d'antaño...

Si la belleza estaba en cada canto rodado...
Si sostenía en alto un día claro...
Si el viento no dejaba de contárnoslo...
¿Cómo?¿Cuándo? ¡Qué lo que hicisteis fue!

Si por la mañana me levantaba animado
y eran dulces los momentos ya lejanos,
¿Por qué al ocaso de mi infancia
tuvisteis la inocencia que llevaros?

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

Primeras uves en el cielo

Allí me quedo, contemplándolos.
¡Se van, se van! Mas volverán.

Los espero en la sombra asentando
mi embeleso en su forma de arpón.
Y ojalá se enamoren cantando
del centelleo salado en mi cara:
apasionado espejo soñador.

Rebeldes palabras

Serás el filo que enhebre nuestro sueño de volar
en pérfidas caricias antipesadilla airosa.

¡Nuestra la fuerza!
¿Quién sino quizás?

Quiero como antaño dijeron los viejos sabios
un de dura luz objeto metálico;
un Kalashnikov desenfundado.

Quiero un obelisco no pausado en lacerar
su alma infectada en destruir derechos
hombros. ¡Y mutilando mañanas!

¿Serás capaz de derretir su pétrea obstinación?
¿Podrás iluminar su telarañada testa?
Yo solo espero un sólo día no solombríado...

Refrito

Soy en medio del gentío un punto negro más.
El sonido repe ahogado en frente de esta oscuridad.
También, sombrío, más de un suspiro no condescendido.
También, cansado, la terca línea de inesperadas palabras.
Y sin embargo frente al sol ni mis ojos borrosos (por mi por ti)
son capaces de ni dos motas de luz hacer bailar...

Y así... así de todo.. ¡ASÍ!
Me enfrento a la duda entre el tirar mi reciclado deseo
o el seguir estrujando aquel granito de arena que jamás se pisoteará.

Frustración

Son todos mis años lúcidos una búsqueda sin conclusión:
sigue el rayo del amanecer saliendo sin saber aún por qué.
Va y despierta el miedo, tan pesado, del dolor de siempre ver
cómo se me va viciando el aire antaño puro que sustenta al corazón.

Mis palabras tontas no se esfuerzan en cambiar
y es que incluso dicen de ser menos más de lo mismo ya.
Porque no he cambiado un ápice del sueño sin final; no...
manteniendo viva estando muerta mi forzada marcha fugaz.

En mi lugar...

Si me copiaste el cerco tímido;
la atroz y austera
mirada sobre gente de mar
confuso, y el duelo
de ver como ni nada se puede marchar.

Si lo intentaste, al menos:
sentir el infinito roce
escarpiado y de sabor
entristecido. Y contra
todo vigor el refrenar...

Si fueras yo... Capaz
de remover; tranquilo
el empotrado cieno
tras un teñido eón
de rojo súbito final...

Serías sólo un metro
a lo ancho quizás
de profuso plañido
sobre la nívea cal.

(Sólo burbujas calientes:
Un paso más
cerca de volar.)