Y vuelven las uves negras sobre el cielo
a cortejar cada blanca nube corazón.
Y a veces se posan, temerosas de mí,
dando a cada paso más de un vuelco de razón.
Bustos y alitas emplumadas,
¡Qué por ellos no daría yo!
Ellos son espíritu de libertad y
genómica dureza en cada eón.
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