Entre tanto y tanto, tanteando
destapé mentiras sobre mí mismo
y duele el duelo que se hace eterno.
No lloro.
Y lloro por dentro.
Mientras, meneo mi mareo errático
y que anhela de aire un hálito, frío:
la noche cerrada.
Mis días.
Más; sin conocer a ciencia cierta
ni siquiera, si la verdad que veo
resiste un parpadeo lunar.