30 de mayo de 2010

¿Felisteza o tricidad?

Sentía cómo los sentimientos afloraban. Renacían, o quizás más bien dicho, resurgían de las cenizas y me volvían a asaltar.
Así ocurrió aquella tarde.
Me remonté en el tiempo, cómo si fuera una máquina de esas de ciencia ficción, y viajé por los segundos, horas, días, meses y años. Llegué a un 2008, hace ya dos años.
Sentí, resentí, recordé e intenté olvidar, pero todo estaba de nuevo en mi mente. Y por si no fuera poco, había logrado penetrar las defensas del corazón y llegar hasta mi alma.
Fue un golpe... de suerte o duro, quién sabe. Sólo yo, quizás.
Después del pequeño paseo, volví hacia el presente, pero me paré de golpe, pues parecía haber problemas con la extraña máquina de los recuerdos.
Se había recalentado, así que tenía que esperar fuera, allí, en un terreno salvaje a la par que inhóspito. Donde se pueden conseguir grandes tesoros, aquellos anhelados por los reyes y héroes, pero en el que el peligro acecha en todas bandas.
En ese lugar también rememoré historias ya pasadas, derrotas victoriosas y fallos acertados, un lugar de locura, amor, desesperación y calma en el que sólo unos pocos sobreviven, los fuertes. ¿Lo fui suficiente? Aún no sé la respuesta...
Con esas extrañas sensaciones, que había guardado descuidadamente y con prisas en los cajones del olvido, de nuevo vagando por mi mente, volví a sentir.

Ha sido hoy mismo, pero es a vosotros quién os toca discernir qué habré sentido... Yo ya he contado la historia que tocaba.

29 de mayo de 2010

Roma se im. 2,3,1

Yo tengo una discreta herida, una cicatriz muy tímida, que a veces me visita con delicadeza.
Se abre, de tanto en tanto, aunque cuesta mucho. Es entonces cuando me enseña lo que guarda esa parte de corazón en su interior, una triste melancolía, muy líquida y resbaladiza, que empapa y se extiende por todo el cuerpo, hasta que sale, ya salada por el dolor, por mis húmedos ojos.
Guardo en mi una secreta añoranza de unos años perdidos, de un amor olvidado, y un te quiero nunca dicho.
Es inevitable sufrir las réplicas del terrible naufragio, ya que siempre habrá una parte de mi ser que se niega a perder. La reconozco como la dulce obstinación del amante loco, un indómito sentimiento que le empuja a uno a luchar por aquello que anhela, y que no se rinde a pesar de las desventuras, los distanciamientos y el fin de la relación. La sé mía, y yo soy quien la controla mejor que nadie, porque sólo un lunático como yo puede ser así.
Mi ineptitud me empuja a tapar amor con amor, tristeza con felicidad, dolor con olvido; pero aún así siempre quedan los vestigios del pasado, siempre queda un trozo desperdigado que se niega a morir y a rendirse.
Ni tu ni ella ni aquella conseguiréis que cambie, pues el amor es invencible, y sólo se rinde ante otros amores...
No traiciono a mi sentimiento actual, ni siquiera lo que hago llega  a considerarse como un fallo, porque para mí es algo necesario. Es mi manera de no sentirme traicionado, de demostrar que realmente no la olvido y que le agradezco todo a pesar de la nada.También gratificar el haber aprendido alguna cosa; quizás...
Ahora es simplemente un recuerdo pasado, que se va borrando para ser ocupado por los nuevos, con el que algún día podré demostrar a mis hijos que el amor no siempre acaba como lo pintan aquellos cuentos de antaño.

¿Me comprendes? No, aún te falta mucho por ver...
Necesito llegar a fragmentar un beso en más partes que un te quiero, porque creo no es suficiente.
Seguiré buscando...

__________________________________________________________________________________

Y yoh...                                                                                              1,2
Oreiuq on roma ortseun radrocer olecer noc                                        2,1,5,7,6,4,3
Euq ne emadúya a ebaca ís euq etsé zilef nu lanif.                                3,4,7,8,6,1,5,2,10,11,9
Oreiuq et.                                                                                          2,1

23 de mayo de 2010

Nadie soy y nada eres.

Quiero desaparecer entre la multitud y sonar como un susurro en tus oídos.
Que pueda encontrarme quien sepa buscar, pero que me encuentren, al fin y al cabo. Pero sólo aquellas personas que tengan algo que dar, y no esas que lo único que desean es robar.
Necesito ser el viento, para así poderte acariciar. Y ser capaz de llegar hasta a ti cuando lo necesite uno de los dos.
Me gustaría poderte leer la mente, porque nos permitiría hablar, y así no habría distancia, soledad o tristeza que me quitase la felicidad. 
Escribo, siento y pienso, pero sigo creyendo que de nada sirve si no me acercan a ti. Porque aprendí que nada tiene valor para mi si no estas tu para disfrutarlo conmigo.
Lo quiero compartir todo a tu lado: que nos regalemos besos por la mañana, que celebremos unas risas al mediodía y que nos dediquemos unas miradas antes de dormir. 
¿Por qué lo quiero así?
Es fácil saberlo, pues no soy nada sin ti. Todo yo te pertenezco, y estoy guardado hasta que puedas disfrutarme; y yo lo tengo todo contigo, pero también está guardado y me es prácticamente imposible llegar hasta allí...
 Nada eres, nadie soy, y a ti nadie te quiere y a mi nada me llena.
¿Cómo podemos seguir viviendo así?
Yo sé la respuesta, y vuelve a ser muy fácil. Podemos:
porque nos amamos, porque nos pensamos y sólo nos encontramos cuando juntos estamos.

Yo hoy te vuelvo a sentir, y quiero que sientas junto a mi. Quizás así el tiempo pase rápido y vuelva pronto a ti...