De tristeza mi vida-
visiones tenues y noches
inacabadas, que calan
entre mis desvalidos huesos-
rebosa libre y cansada.
¿Qué de tantas penurias,
mi vida, de la cama enemiga
logré sin querer sonsacar?
Tristezas... Más de tres
montañas profundísimas
que las cuencas me erizan.
Mi querida y amiga del alma
siempre aquí o no muy lejos:
allá, donde reposan las calmas
del lunático de astro malvado.
Mi querida, y amiga, del alma
homicida y psicópata en alza.
Mi presencia apegada y ritmo
de casi diecisiete increíbles años.
La eterna segundona secunda
con la razón, el ser amargos,
más del último y súbito cuarto.
Me revisita el orgullo revestida
de pequeñas y pérfidas púas
que de paso -demasiado te pasas-
me cultiva con mimo la pena
de recordar mejores épocas.
La tercera y termino,
peor en todo aunque mejor,
de fantásticos futuros espejo
es. Del desengaño asesinato:
sobre el futuro armado
retoza el homicida arma
ensangrentada. ¡Gozosa!
El amor, si tarde, se acaba...