18 de marzo de 2012

Pura sencillez y reclamaciones

A veces abro la ventana y escucho
los tranquilamente días claros.

Los pequeños gorjeos, también,
y la risa de una presumida urraca.

Me puedo llegar a fijar, por ejemplo,
en cómo a la luz las hojas atrapan.

Parecen así por encima perlas doradas.
Parecen ávidas de sol y nubes pálidas.

A veces abro la ventana y escucho,
conteniendo el aire, mi latido acelerado.

A veces abro la ventana y escucho
no más allá de unos motores embarrados.

A veces no llego ni siquiera a abrirla.
Me quedo mirando la grisácea lluvia y
le pido a la corriente el fin de nuestros días.

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