17 de junio de 2010

Minhistorias.

Si una suave brisa que lleva tu nombre marcado, puede hacer que te sienta a mi lado, y desee volverte a ver; ¿Qué ocurrirá cuando realmente esté junto a ti y consigas volver a encantarme con tu fragancia?
Espero que sólo una cosa, y que por supuesto tendrá relación con la magnitud de mi querer.

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Latidito, latido, que casi no te siento. ¿Dónde estas, si se puede saber?
Te perdiste en la soledad de la distancia, en el murmullo de la calma. Aquél lugar que alejado del mundo, te aísla; pero que no te proporciona aquello que realmente anhelas.
Latido, latidito, vayamos de viaje. Pues yo sé de alguien que logrará que vuelvas a sonar.

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Despiertas y me matas. Quédate dormida, mujer, te lo pido por favor. No se por qué apareces, pero ni me gustas ni te busco.
Estamos casados sin embargo, y sé que la única forma de separarme de ti es estar con otra mujer. Aunque confieso que me iría con cualquiera, pues seguro que valdría más que tú.
Y lo haría, quizás lo haría, si no fuera porque no quiero a otra que no sea ella. Sí; no te amo a ti, y ya te lo he dicho un millón de veces.
Lo malo es que puedo contar los pasos a miles, y hay más de un centenar de kilómetros que me separan de mi destino. ¿Cómo así voy a alejarme de ti?

Tristeza; por ahora ganas, pero yo que tú me iría concienciando, de que cuando esté con ella, ya no tendrás lugar en  mi corazón.

11 de junio de 2010

la distancia insondable

De la distancia insondable que nos separa, de aquel muro sólido pero imaginario al que llamamos lejanía, de eso yo reniego, mas me es imposible desprenderme de la maldición, y sólo puedo ser testigo del dolor que me causan la incertidumbre, los sueños rotos y las esperanzas quiméricas...
En mí una tristeza florece y muere cada día, como sol al día y luna a la noche, que se repite incansable hasta el fin de mis días.
Del amor que yo siento no voy a renegar, pero sé que me duele, y que sólo tú con tus desdichas y sonrisas, puedes convencerme de continuar.