Así se nos pasaron las horas de verano
despuntando en lo alto de cada barranco:
¡Que sí! ¡Que no! ¿Quién saltaría primero?
Me desvelo por sentir de nuevo el vacilar
tan dulce y amado, siempre llevándonos,
sin querer al querer revoltoso y apasionado.
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