11 de enero de 2012

Amor en alto

El brazo enmarañado me saluda
ensimismado y vestido de ocaso.
También sus desvalidos vástagos
y el comezón rojizo y espinoso.

Revivo en mente el verde de la loma
joven, erguida y orgullosamente
sembrada por la aurora del rocío
celoso de tu ébano en cascada.

Tu figura se retuerce aún aquí:
veo las huellas de tu peso pluma;
las enredaderas grises y copionas.
Veo el murmullo de tu aroma.

Nuestras risas (tu sonrisa) en eco
se burlan de mi fiel y estúpida
peregrinación de sedosa calma
estos últimos mil monótonos días

Nos siento, definitivamente,
juntos y abrazados en lo alto
sin ver la sombra de tu muerte.

Ya tus pechos no me azotan...
ni tus ojos me roban el alma
ni se prenden nuevos sueños.

Tu dulce posada me amarga
ahora que no hay nada;
ni amor, ni flores de alabanza.

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