¡Qué de alivios me debías!
Que por bandera soñaba con prenderte.
Que tras aún los años queríate seguir.
Que d'entre todas, sólo a ti te elegí.
¡Qué de huellas embarradas!
Oscuros y claramente días:
Durante el caluroso fluir hebrado,
tan temprano, pensaba en ti.
¿Qué de cuándo...
rompían a llorar por mi cristales
que en mi reflejo te perfilaban aquí
-señales, sobre abstraídos hombros
y de tu infecto amor caído;
del peso parcial sobre dos a mí...
¿Qué?
...
...
...
¡Qué!
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