Un paso. Y otro. Otro más y muy cerca; demasiado.
Podía sentir, de tu especiado latido, el aroma agitado.
Aparté mentalmente la losa de ardientes deseos;
tropezarme en el aire y quedar encastado en tu apego.
Mas fue demasiado, de nuevo, tu salto mortal para mí.
Debajo atrapado y en ti, me insististe. Yo te besé; desistí.
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