Cuando vine, ya te ibas...
La incertidumbre acongojada
me visita hoy, mañana,
presa de mi presa; presa
de tus flores resecas.
Mi corazón a fondo
arado, es mi reiterado
sin barbecho ensangrentado.
Cuando vine, ya te ibas...
Navegué exento de rumbo
por tu amor, sin la baliza
de tus ojos a mil kilómetros.
Recogí con desvalido cuidado
de la intemerata restos
de mis costras arrancadas.
¡Venía y te ibas!
Te quise y te esperé.
Callado y fiel. Amando
las primeras palabras
de tu despedida-carta.
Te amé; también al cielo oscuro.
Me volví (ya a la nada) asombrado:
no estabas;
te habías marchado.
Ven y bien, regresa,
cual compungida incerteza.
Que tú lo eres; que no te entiendo:
si eres tristeza, regresa.
Porque prefiero ésto
a la nada...
No hay comentarios:
Publicar un comentario