3 de diciembre de 2011

Debí decírtelo allí dentro;

susurrártelo en el pecho.
En ahí, donde los lamentos,
ser y ahogarlos en afecto-
a los brillantes días grises
que emprendíamos al viento,
matinal, y gallo en huerto.
-la razón de los fulgores
tenues, del inevitable mundo
ansioso, chupador de vida
pura y mi tu luz de ojos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario