Suena de nuevo la dulce tonada:
Atenta la mirada, mohíno:
fulgores áureos y relámpago
perdido quiebra de un sentido
la cárcel imperecedera.
Oí que no sentía, más;
notaba ausente el tacto
del peso ardiente, extraño,
que aligeraba el alma.
Los rizos puntean el mar
en calma, mas, no son sino
fruslerías bajo marea
excitante y frío límpido.
Quiero reanudar... El día
nostálgico, presto en ánimos
natos y tan escurridizos,
fue ayer. Y repetiría.
Tímidas, visiones futuras.
Amagos leves, sonrisas.
Cauce que lentamente ocupa
mi senda de luz y vida.
Toca de nuevo la dulce sonata...
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