¡Corre! Mierda... ¡Corre!
Tus pasos lentos bajo sus pasos
largos, en la piedra de gris hiedra,
tullidos yerran frente al retrato,
mortal siempre, de tan atroz fuerza.
Sobre ti, la sombra... ¡Bloquea!
Maldito es portador del gigante
báculo, a beber sangre atado.
Y sin hallar descanso, reparte:
silenciosa paz para el infausto.
¡Vuela, pajarito, vuela!
¿La gris nubosidad dorada
morirá? Su aterrador afán
busca anublar. Tu añeja espada,
su mazo de cráneos al azar...
Él ataca, tú: ¡Rueda!
Su cubierta de almas piel
no cesa; tu aguja expira
tras chocar. ¡La llama fiel
es quebrada en leves chispas!
Exhausto, pero, ¡Sube! En lo más alto...
Un salto más airado que gallardo,
basta, y entre sus viles pupilas,
con media luna solamente armado,
para derrocarlo, extinguir su vida.
Nota: del min 1:30 al 2:00 aparece una gárgola campana. Las otras imágenes son del demonio y lugar que trato en el poema. La canción es la que acompaña durante la batalla contra este demonio en cuestión.
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