21 de septiembre de 2012

Donde ni la oscuridad se guía,

sobre los despojos de mi anegado pesar, alegre baila un alma cristalina.
Sonríe mientras mis ruegos no dejan de llorar. Mirándola,
se aleja, suave, dulcemente; de su brisa, deslía mi débil y alentada vida.

...

Apagadas mis ansias,
triste, triste melodía,
te llamo a ti, mi vida:

tu retrato pinta; pinta
de negro la nieve y
la oscuridad marchita.

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De tanto en tanto aparece sobre mi la idea de mi amante idílica. Me siento triste entonces, y por lo tanto, inspirado, pero con muy pocas ganas. Éstas son simples frases de la experiencia en cuestión.

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