3 de septiembre de 2015

Miradas que no se cruzan

Palabras tiernas de acogida.
Verbos acerados y vacilantes.
Frente a mí suena una balada
que no es mía; anhelada, pura y prístina.

Mi desconsuelo acrecentado
es a tu vera. Nombrado testigo
de tu belleza más auténtica,
impetro: etéreo prosigo siendo.

Sólo hay salidas sin querer,
y mientras, se enrosca la lumbre acuosa.
Rojo y azul comparten cielo
oscuro, falto de fugaces astros.

Sentido del sentido réprobo:
no contaban mis cuentos en la espera
de amor sobre mi desafecto.
Solo, suspiro un vaho de tristeza.

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