30 de septiembre de 2010

La melodía...

Nada eres, nadie soy; y a mi nada me llena y a ti nadie te quiere.
Será nuestro secreto, nadie lo sabrá. Pues por nada daría mi vida.
Y si en la nada me pierdo, no permitas que nadie me salve.
La nada es mi todo y no será nadie quien eso cambie.

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Las mil palabras pasadas de nada recordar servirán... pequeñas semillas que lograron crecer entre la maleza, son arrancadas de un fuerte vendaval. Y el mal tiempo no disipa, y las plantas, mueren... y se van.
Tus palabras cariñosas, ahora insípidas y neutrales, como casados por conveniencia, me saben amargas al probar. No debería quejarme, pues si lo que puede ser y no será se cumpliera, mis escritos sonarían vacíos y sin sentido ante, de tu amor, la inmensidad. Pero lo que imposible es y menos cumplido se verá, es aún más difícil, y cada día pierde más la posibilidad de ganar.
Será algo que no se, lo que no quiero y evito gracias a la oscuridad. La que en su día me acogía ya antaño... cuando del amor era un bebé y de amor todo un titán. Y ahora ni lo uno ni lo otro, me siento perdido sin saber si amar.
Ella en su vientre me mima, me priva de los males que acechan fuera de mi visibilidad.
Estoy solo, lo asumo... y lo gritaría a los cuatro vientos si falta tuviera que hacer. Pero no es el caso y el amor puede fluir con libertad. Liberándose de las ataduras de la mortalidad.
Sí, mis ojos quedan húmedos, y mis labios como desiertos hace tiempo que están. Pero no hay mares ni manantiales, cerca, o dispuestos, que disipen mi sed y me logren saciar.
Te busco, la sigo, y hasta llego a volverle a usted extrañar. Tres o más direcciones, todas con un futuro desconocido y sin explorar.
Pero no debo arriesgar, necesito centrarme en mi y calmar mi alma que está a punto de sucumbir.
Los demás me animan, con palabras vacías que necesitan una melodía que sólo alguien puede tocar.
Y vuelvo a perderme... me pierdo, aunque sólo necesito de ti, y un amor que por alguna razón me es imposible dejar.

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