22 de diciembre de 2010

Empañas mi cristal.

Veo el mundo tras el cristal del dolor, y que a pesar de dejarlo entrever todo, lo envuelve con una áspera capa:
Me roza el alma al contemplarlo, sea noche o día, aunque sobretodo al imponerse en el cielo las estrellas. Recordándome... una dulce e incumplida promesa.
Apacigua unos latidos, antes entusiasmados por la viveza de las llamas, no con caricias sino más bien a puñaladas. Desangrando, se cansa, aunque el veneno no se marcha.
Aspira, corta y destruye, un alma entregada, que por bandera la entrega de un amor portaba. Congelada -por tu ausencia a mi vera- y ahora tan frágil... puedes machacarla.

Dime cuantas de tus noches lloradas fueron farsa y qué palabras de las tuyas no eran falsas.
Supiste decir te amo. Pudiste besarme antaño. ¿Podrás volver conmigo, contarme por qué este daño?
Porque me encuentro en este estado, con un reflejo de ti que no te pertenece, y una nueva amiga que no aparece por mi vida. Y lo que daría para que esa luz, volviera a brillar por ambos; te mostrara el camino de la disculpa y a encontrarme en este lío me ayudara.


[Entrada num.150. Gracias por no aburrite y por leerme.]

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