Nada, tan vacía de esperanza,
que tu compañía persistente
alejaría junto a mis ansias,
la aflicción de la vigía eterna.
No soy sin querer; mis ya mil ruegos
náufragos en tu mirada ausente,
y esos labios belfos y captores
de mi juicio, mis memorias cuentan.
Ensarta mi corazón velado
con cualquier espada. Entre lo oscuro
de mi habitación de ti vacía
sin cesar mis fuerzas desfallecen.
Debo olvidar, o ser coronado.
Perdí el significado del término
medio; mi alma en un abismo lóbrego
o entre dulces nubes debe hallarse.
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