Evité sin quererme a mí mismo
tantos años que pasaron en balde,
y más allá de mi pena insumisa
nada nunca logré encarrilar.
Mi persona se desdibuja sola
frente a la realidad: me dura
no más que una efímera manía
y horas largas de autoanimosidad.
Transtornado por el viento aciago
de mi maldición; jamás hallo escape
de mí mismo. Lucho en la oscuridad
contra mi pesadilla más íntima.
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