Desconocen lo que hay más allá de la nada:
angustia basal que cala; perenne asfixia.
Lo que implica hundirse en la propia vida...
Tu y yo cubrimos de miedos el pavor silente,
de rabia el odio primigenio y con vergüenza
un orgullo base que nadie entiende.
Que la debilidad más tremenda sea la fuerza
necesaria, frente al congelamiento
y ante la ineludible mente fragmentada.
Préstame tu precisión calculadora y
yo te prestaré mi visión más desbocada.
Forjaremos planes muy grandilocuentes.
Déjame respetar tu ser más oculto mientras
permito la honra que ves en mi demencia:
trueque a las tantas entre hombres-bestia.
Con tinta de pantalla dibujamos formas
oníricas de un ritual trolero que busca
repintarnos de colores soberanos, y
quién sabe si la maldición es falible, mas
el tiempo solo no remedia; solamente
constriñe todavía más nuestras cadenas.
...
Puede que llueva.
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