Hacía tiempo que no llovía;
gotea la barandilla sobre sí misma
entre tañidos metálicos.
Un rayo irradia luz sorprendida
por un trueno pasajero
de la brisa fría y esmeralda.
El cielo es un mural de algodón
azul-plata. Bajo éste las charcas
juegan a ser luceros u opacas.
Discurren rumores neumáticos
y las banderas taciturnas
quedan en silencio, apelmazadas.
Tras tanto hacerse de rogar
la acera y el asfalto mojados
se ponen al caer el ocaso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario