Atrapada, mi dicha infiel,
al son de la coyuntura;
mi desconocido ser sabe
de la autoestima que manca.
No hay paseos idílicos sin
gritos que parten el alma
tras bambalinas añejas y
mi autocondena impuesta.
Retuerzo mi suerte de fortuna
y la embadurno encarnizado
de la oscuridad más oscura
por siempre inconsciente.
Jamás logro aprehender la
pasión conductora. Olvido
ruidos que fueron música
limón, sandía o fresa.
Frutas, que hoy por hoy
resultan insípidas. O bien
extravié mi salero junto
a las demás especias.
Y es más seguro si no pica.
Huyo en definitiva. Huyo
hacia mi interior más alejado
de mis pesadillas rúbrica.
Y apenas llueve.
No hay comentarios:
Publicar un comentario