La campanada nocturna
que arropa a la tempestad
se oculta. El vacío difunde
una profunda sensación
mística, y mi sentido vivo
y embotado sonríe, humilde.
Soy mucho más sin ser.
Quizá sea la caprichosa
luz mojada del arcén,
o más bien el aroma frío
y el murmullo arropador.
Quizá sea mi yo mismo:
evoco irreflexiblemente
la nostalgia de un camino
de impresiones enmarañadas.
La campanada nocturna
retumba. Y ensánchase
mi corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario